Cuesta abajo

En los descensos pronunciados aprovecharemos el motor a modo de freno, engranando la reductora y una marcha corta (yo prefiero primera), en ningún caso tocaremos el embrague, pues liberaríamos el freno y el coche se embalaría motor, tampoco tocaremos los frenos, pues si bloqueamos las ruedas embozamos el dibujo de la cubierta y se convierte en un patín, perdiendo el control.
 
 
 
Si tenemos que detenernos en una pendiente, no tenemos que fiarnos del freno de mano, es mejor engranar la marcha atrás en reductora, parar el motor y aun mejor calzar las ruedas.
En un descenso con suelo resbaladizo, si el coche tiende a cruzarse lo mejor es acelerar (nunca frenar), pues aumentaríamos el cruce, con peligro de volcar.
En caso de duda podemos (como en descensos en nieve), atar una o varias eslingas y tras sujetarlas con dos vueltas en un árbol u otro punto fijo, la iremos aflojando según descienda el vehículo.
Algunas pendientes pueden finalizar en una vaguada o charco de agua, lo afrontaremos lo mas lento posible por el riesgo de quedar con el morro del coche clavado.
En pendientes largas que no se puedan ver en su totalidad, es importante primero hacerlas a pie, pues pueden esconder algún escalón.
Llevaremos siempre el cinturón de seguridad bien abrochado, el peligro de vuelco siempre es posible.
 
 
 
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